Todo fin de una etapa es el comienzo de otra, inevitablemente. Es en estos momentos de "aparente fracaso" en los que el ser humano tiene la opción de mirar hacia adentro y crecer. Digo "aparente" porque se siente como si todo se derrumbara, pero en verdad sólo es el cierre de un proceso ya completo y la consecuente preparación del alma para reunir todo lo que aprendió y comenzar otro.
Nunca es tarde para seguir conociéndonos y crecer espiritualmente, ni tampoco para reflexionar sobre el sentido que le damos a esta vida.
Nosotros decidimos cuándo dar un giro, buscar lo que nos haga felices y nos motive a levantarnos cada día. Las cosas materiales pierden su encanto, lo valioso es la huella que deja en el alma eso que nos hace sentir plenos.
magnolia de acero
"PERO EL MUNDO SOLO CAMINA HACIA ADELANTE Y NO AVANZAMOS SI NO DEJAMOS MUCHAS COSAS ATRÁS"
sábado, 28 de noviembre de 2015
sábado, 24 de octubre de 2015
Espinas como espadas
Espinas como espadas surgen del cactus en la soledad del patio interior. Acostumbrado al clima hostil, decide hoy defenderse del frío nocturno, mirar al Sol a los ojos y guardar agua en sus raíces, tanta como sea posible, para no encontrarse desnudo en medio de tiempos peores.
viernes, 3 de abril de 2015
Memoria poética
"Parece como si existiera en el cerebro una región totalmente específica, que podría denominarse 'memoria poética' y que registra aquello que nos ha conmovido, encantado, que ha hecho hermosa nuestra vida". - M. Kundera
viernes, 17 de octubre de 2014
Extracto de "El Acto Fotográfico" - Philippe Dubois
¿Pues cómo saber entonces si lo que ahora veis sobre el papel fotosensible es lo mismo que habíais visto? Siempre es demasiado tarde. Siempre faltaréis a la cita. Sólo os queda la foto, frágil, incierta, casi extraña. Y es la foto la que literalmente se convertirá en vuestro recuerdo, ocupará el lugar de la ausencia. Y esto no dejará de inquietaros extrañamente.
miércoles, 15 de octubre de 2014
los ojos que morían y vivían.
Y ahí me encontraba, con la adrenalina atorada en la garganta, atrasado, apurándome para llegar a tiempo al momento más honorable de mi vida. Mis pies ligeros me llevaban rápido y las plumas de mi cabeza parecían ayudar. Todo el pueblo estaría ahí, ¿podría imaginar un honor más inmenso? El orgullo se tragaba al miedo.
Corrí tan rápido como pude, entre árboles y esquivando ramas. Alcancé la explanada y era hora de correr aún más rápido, la gente me observaba, comenzaba mi carrera hacia el altar y lo único en que pensaba era que llegaba tarde a mi propio sacrificio (cómo me iba a pesar en la otra vida).
Tomé mucho aire y corrí, corrí tan rápido como pude mientras a mis espaldas los arqueros comenzaban ya a lanzar sus flechas al aire, al viento. Sentí la primera en la espalda, me alcanzó por el costado izquierdo, dolió, pero seguí corriendo como pude (todo aquel elegido y digno del sacrificio sigue corriendo, pues su fortaleza está en su corazón). Llevaba más de la mitad del camino cuando me clavó la siguiente, arqueé la espalda, miré hacia el altar y seguí corriendo.
Llegué exhausto, sudaba y respiraba como si ya no pudiera abarcar más aire. Las flechas me dieron el coraje para llegar hasta ahí, era ciertamente digno de mi muerte. Los dioses esperan con ansias mi corazón joven, ha sido un camino honorable y me siento privilegiado. No tengo miedo, pues es mi destino y he estado esperando este momento.
Me recuesto en el altar de piedra, bajo la luz del Sol. El jefe alza el cuchillo que ofrecerá mi muerte, la gente expectante se siente a mi alrededor. El rostro pintado de mi verdugo se acerca a mí y pronuncia las palabras sagradas. Es hora de entregar el espíritu. El cuchillo clava mi pecho y sólo pienso en cómo me duele la espalda, las flechas están siendo aplastadas por ella, pareciera que más se clavan. Las manos del honorable están dentro de mi cuerpo y saca mi corazón lentamente, logro conocerlo difusamente, me desangro y mis ojos se cierran. La espalda arqueada me duele todavía, pero ya me estoy durmiendo, veo una lámpara, se cierran mis ojos y veo la luz de la tarde y las cortinas verdes, y me alejo de ellos y mi espalda sigue arqueada y rígida. Cierro los ojos para siempre y los abro en la pieza, la siesta ya se acabó.
Corrí tan rápido como pude, entre árboles y esquivando ramas. Alcancé la explanada y era hora de correr aún más rápido, la gente me observaba, comenzaba mi carrera hacia el altar y lo único en que pensaba era que llegaba tarde a mi propio sacrificio (cómo me iba a pesar en la otra vida).
Tomé mucho aire y corrí, corrí tan rápido como pude mientras a mis espaldas los arqueros comenzaban ya a lanzar sus flechas al aire, al viento. Sentí la primera en la espalda, me alcanzó por el costado izquierdo, dolió, pero seguí corriendo como pude (todo aquel elegido y digno del sacrificio sigue corriendo, pues su fortaleza está en su corazón). Llevaba más de la mitad del camino cuando me clavó la siguiente, arqueé la espalda, miré hacia el altar y seguí corriendo.
Llegué exhausto, sudaba y respiraba como si ya no pudiera abarcar más aire. Las flechas me dieron el coraje para llegar hasta ahí, era ciertamente digno de mi muerte. Los dioses esperan con ansias mi corazón joven, ha sido un camino honorable y me siento privilegiado. No tengo miedo, pues es mi destino y he estado esperando este momento.
Me recuesto en el altar de piedra, bajo la luz del Sol. El jefe alza el cuchillo que ofrecerá mi muerte, la gente expectante se siente a mi alrededor. El rostro pintado de mi verdugo se acerca a mí y pronuncia las palabras sagradas. Es hora de entregar el espíritu. El cuchillo clava mi pecho y sólo pienso en cómo me duele la espalda, las flechas están siendo aplastadas por ella, pareciera que más se clavan. Las manos del honorable están dentro de mi cuerpo y saca mi corazón lentamente, logro conocerlo difusamente, me desangro y mis ojos se cierran. La espalda arqueada me duele todavía, pero ya me estoy durmiendo, veo una lámpara, se cierran mis ojos y veo la luz de la tarde y las cortinas verdes, y me alejo de ellos y mi espalda sigue arqueada y rígida. Cierro los ojos para siempre y los abro en la pieza, la siesta ya se acabó.
domingo, 8 de junio de 2014
Hoy
Quemé con soplete esta vieja madera carcomida y apliqué ácido para detener el deterioro. Pensé en hierro fundido para cubrir.
sábado, 7 de junio de 2014
Gemela
Un día quiero más Godard, al otro menos, y así pasan los días en función del Godard que quiero.
martes, 4 de marzo de 2014
Sobre la soledad
Hoy vi que no se trata de que me guste estar sola, mas bien me acomoda. Lejos de ser una condición de falta de compañía, la veo como la compañía de uno mismo.
Estar solo es dejar de lado el egoísmo que hay en necesitar de la atención y aprobación del otro, de la compañía de alguien para que el día a día no esté tan vacío.
Estar solo es un estado que se aprende a comprender a medida que se va poniendo en práctica, ya que sólo de esa forma (en soledad) podremos encontrar el tiempo para reflexionar acerca de la soledad misma y de cómo nos llevamos con ella.
Veo la soledad como una oportunidad de sanación por y para nosotros mismos (sin desacreditar la compañía de otros como momento de aprendizaje y reparación). Tiempo para conocernos, amarnos y prepararnos para amar.
Estando sola me voy despojando de la necesidad de que exista un otro que esté ahí para "completarme". Voy aprendiendo a extender la invitación a ese otro para que compartamos esta vida y aprendamos en compañía, entendiendo al ser querido como una pareja de viaje y no como un superhéroe que llegó para salvarme de mi soledad.
Una invitación que se extiende una vez que el corazón está listo para entregar y recibir amor, para aceptar al invitado, para dejar de lado el egocentrismo y ser capaz de entrar en el mundo del otro, ser UNA parte de su mundo y no hacer que el suyo gire alrededor del nuestro.
Si el otro está en sintonía y siente de igual forma, se produce el equilibrio que permite unir energías, crecimiento, paz y amor, puro amor.
Si el alma en soledad aprende mejor estando así, entonces será la mejor forma de transitar por esta vida, aprendiendo, amando y sanándose consigo misma.
Estar solo es dejar de lado el egoísmo que hay en necesitar de la atención y aprobación del otro, de la compañía de alguien para que el día a día no esté tan vacío.
Estar solo es un estado que se aprende a comprender a medida que se va poniendo en práctica, ya que sólo de esa forma (en soledad) podremos encontrar el tiempo para reflexionar acerca de la soledad misma y de cómo nos llevamos con ella.
Veo la soledad como una oportunidad de sanación por y para nosotros mismos (sin desacreditar la compañía de otros como momento de aprendizaje y reparación). Tiempo para conocernos, amarnos y prepararnos para amar.
Estando sola me voy despojando de la necesidad de que exista un otro que esté ahí para "completarme". Voy aprendiendo a extender la invitación a ese otro para que compartamos esta vida y aprendamos en compañía, entendiendo al ser querido como una pareja de viaje y no como un superhéroe que llegó para salvarme de mi soledad.
Una invitación que se extiende una vez que el corazón está listo para entregar y recibir amor, para aceptar al invitado, para dejar de lado el egocentrismo y ser capaz de entrar en el mundo del otro, ser UNA parte de su mundo y no hacer que el suyo gire alrededor del nuestro.
Si el otro está en sintonía y siente de igual forma, se produce el equilibrio que permite unir energías, crecimiento, paz y amor, puro amor.
Si el alma en soledad aprende mejor estando así, entonces será la mejor forma de transitar por esta vida, aprendiendo, amando y sanándose consigo misma.
Sobre la muerte
Hoy y en este momento pienso que es tiempo de aceptarla, de reconocer que no sólo es el fin de esta vida y de la compañía de los seres que nos rodean, sino que también es la puerta hacia el encuentro con nosotros mismos y con los maestros que nos han estado guiando en el proceso.
Es la oportunidad más importante de la vida que acaba de terminar: la hora de aprender, la posibilidad de seguir viniendo a esta Tierra para ser mejores ALMAS o la de ir hacia la unión con el ALMA ÚNICA Y COMÚN.
Si nosotros lo necesitamos y ellos también, seguiremos reencarnándonos cerca de nuestros seres queridos para aprender y ser buenas almas. Sino, será la hora de dejarnos partir, porque la ayuda mutua fue entregada y es tiempo de encontrarnos con otras almas. Con este pensamiento no se pide egoístamente que el que acaba de partir vuelva a nosotros, sino que se acepta y comprende el viaje de sabiduría que tiene que continuar el ser querido, y se espera de todo corazón que el paso por esta vida haya sido fructífero y esclarecedor en la mayor cantidad de aspectos posibles.
Morir es dejar el cuerpo que siente dolor y placer para reencontrarse con el alma sabia que hace de nosotros una parte de este universo. Es entrar en la dimensión en que no somos nadie porque sólo somos nosotros mismos, en estado de pureza, amor y energía.
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