Hoy una gran amiga me dijo algo que llegó para quedarse: "la vida es una y es tuya". He pasado toda mi vida planificándola. No recuerdo bien cuándo empezó este afán por tratar de ser un pequeño Dios, pero creo que empieza cuando me preguntan: "¿qué quieres ser cuando grande? Creo que fue ahí cuando la vivencia despreocupada se tornó en la búsqueda de una meta, con el estrés por supuesto que esto conlleva. Desde entonces cada etapa de mi vida ha ido aportando ideas a esa meta, las mejores notas en el colegio eran indicadores casi infalibles del éxito, la opinión de los demás siempre tenía un espacio, la idea de qué estudiar siempre fue una sola en mi cabeza y las expectativas iban creciendo. Te imaginas toda una vida donde cumples esa meta, consigues trabajo, formas una familia, tienes bienestar económico, tus padres están orgullosos de ti y los demás también notan tu éxito.
Todo va bien hasta que en el camino me tropiezo, me desilusiono, me vuelvo a parar, me equivoco, me falta el tiempo, no me esfuerzo lo suficiente, me desvío o simplemente tomo las decisiones que consideré oportunas para mí en ese momento y no las que tenía planificadas hace un tiempo atrás.
Fue un golpe duro, me di cuenta que planifico mi futuro constantemente, pocas veces pienso en el ahora y lo siento, siempre mi mente está concentrada en el porvenir, en cómo haré tal cosa o cómo saldrá, esperando aprobación de los demás frente a mis propias decisiones, preocupada de que todo salga como lo pensé, si me equivoco tambalea todo y si lo logro sigo planificando la vida entera. Pero, ¿quién dijo que habrá un futuro? ¿quién me asegura que viviré para mañana? He pasado cada día de mi vida pensando en el después, en el futuro, en la vejez, en que tengo que planificar bien ahora para vivir mejor más adelante. La cosa es que ahora es cuando estoy respirando, sintiendo, mirando, viviendo. Tengo la idea de que la muerte es cuento de vejez y de enfermedades terminales, pero en verdad muero cada día un poco más, envejezco todos los días y la vida es eso que me está pasando ahora mientras la muerte está también ahí. Creo que simplemente perdí el gusto por vivir el presente lo más que se pueda (porque inconscientemente la voz en la cabeza pareciera seguir planificando por sí sola), debería dedicar más tiempo a lo que me hace sentir bien hoy, a disfrutar cuando sale el sol, a reír más, a mirar el sol entre los árboles, a escuchar mi música favorita, a sentir cada momento y hacerme parte de él.
Hoy me di cuenta que después de todo no es un título, un buen trabajo, aprobación, plata o hijos lo que busco si eso me llevará a no vivir el hoy, a depender de la meta y a olvidar quién soy y para qué estoy aquí. Si me preguntaran nuevamente qué quiero ser cuando grande, respondería: "yo misma".