Así se ve todo desde acá. Nado día y noche y aun no llego a la superficie. ¿Será que nado en sentido contrario? Desde afuera la profundidad del mar parece ser tan poca, pero desde adentro se hace inmensa, imposible de recorrer y de comprender. Siempre hay algo nuevo, a veces pienso que he visto casi todo, cuando en verdad no he visto mucho. Se hace interesante recorrer estos lugares, no hay direcciones ni voces atrofiantes. El mar y yo.
La verdad es que no sé qué tan profundo está aquí abajo, el azul es intenso y oscuro. De vez en cuando veo a otros pasar, nadando abiertamente, sumidos en la curiosidad. Aun queda tanta vastedad, y yo aquí, en medio de la nada, sin saber dónde apoyar los pies, por mientras los agito para no hundirme.
Ya van meses aquí adentro, a veces calma, a veces agota. Pero yo decidí zambullirme y entrar, dejarme llevar por las corrientes submarinas y convivir con peces desconocidos y pequeños, quizás pronto me haga pequeñita también y nade con ellos; o quizás un rayo de Sol penetre hasta acá y se haga más fácil subir. Una vez en la superficie, espero poder flotar sin importar lo demás allá afuera, sólo el mar y yo. Mi mar y yo.